octubre 16, 2009

Amor que no desampara

El mensaje y la sugerencia homilética del Padre José María para este domingo 18 de octubre:

Creo yo, en la Presencia de Dios, que este domingo el Señor, nos invita a estar siempre atentos a lo que, de verdad, deseamos para no dejarnos atrapar en ninguna trampa, como casi les pasa a Juan y Santiago.

De verdad, ¿qué deseamos en nuestra vida? ¿Para qué nos preparamos, estudiamos, luchamos, aprendemos? ¿Qué buscamos: el poder, con sus muchas facetas, o estar listos para hacer el bien, llenar de vida, servir al Bien Común y colaborar en la construcción de un mundo en el que valga la pena vivir, porque nadie es un peligro para nadie, sino que todos somos hermanos al estilo de la Familia de Dios, basada en el Amor que no solo da vida, sino que da la propia vida para la grandeza de cada uno de los que le rodean?

No esperemos que lo entiendan los que tienen el poder, cualquiera sea él, (aunque creo que deberíamos decir, más bien, 'son tenidos', 'son dominados' por el poder, sea intelectual, económico, político o el que da el controlar los medios de comunicación social).

El Siervo de Dios tiene el poder que da la vida: capacidad de llenar al que la recibe, sin quitarle nada ni sujetarle, sino más bien ofreciéndole la energía para contruir con suficiente autonomía.

¡Cuántos que se creen poderosos (o desean serlo más y más) viven como perseguidos, siempre temiendo que les quiten lo que no tienen del todo y saben que otros muchos ansían! Eso les lleva a vivir en la angustia y haciendo de todo (hasta mentir, robar y hasta matar, aunque, tal vez, no físicamente, para no verse desnudos de 'su poder' (como si tuvieran derecho a él)...

¡¡¡Se creen (y se lo creen de verdad: ¡a tanta desfiguración de la verdad se ha llegado!) que son los salvadores, los llamados a dar el rumbo nuevo a su grupo, a su país, al mundo!!!

Creen que sin ellos, o su grupo, todo está perdido. De ordinario, a estas personas, el primero que les estorba (y al primero que tratan o de dominar o de sacar de la circulación) es Dios; a no ser que logren convencerse de que pueden someterlo a su pensamiento 'salvador'.

Todo esto está condenado al fracaso y pierde a los que entran en esta dinámica.

La única dinámica de salvación y vida es dar la propia vida para el bien de los demás, para el Bien Común, que Dios conoce perfectamente y cuida desde siempre y lo hará hasta el fin de la historia. Por eso ningún poderoso de este mundo, a la larga, tiene éxito. Todos están yendo al fracaso, aunque ellos no se lo crean.

¿Quieres el poder? Da la vida como Jesús; bebe su caliz; sé bautizado en su bautismo; sé siervo de Dios, a disposición exclusiva de su Reino.

El Señor nos ayude a tener las agallas de desear lo que verdaderamente vale y nos hace grandes con la Grandeza del Hijo de Dios, el Siervo que es tan poderoso que hasta se atreve a perdonar y dar la vida por la salvación de todos.

Dios nos bendiga copiosamente.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB

Amor que no desampara

Buscar ejercer algún poder ¿no es expresión de un anhelo propio de la naturaleza humana? ¿No somos, según dice el Génesis, imagen del Todopoderoso? ¿Qué de malo tiene el poder? ¿Por qué, casi siempre, nos trae problemas y genera calamidades, a la corta o a la larga? ¿Condena Jesús el poder? Si no lo hace, ¿qué critica en nuestra concepción del poder?

¿Sería ‘poder’ tener capacidad para algún control sobre algo? En cierto modo, pero éste no es verdadero si no hay conciencia de ello y libertad para no aprovecharse de él. Para ser poderoso se requiere la dignidad de dar la vida. El poderoso se debe preguntar: ¿cómo y para qué?

Sólo quien ama de verdad tiene verdadero control, porque no lo busca sino que lo despierta con su sincero servicio al bien y a la vida de los pequeños y necesitados. Despierta confianza, honesta cercanía, sincera admiración, real disponibilidad a la docilidad, llega a tener un poder que no ata ni le ata, no necesita defenderlo. Tiene poder, sí, pero no domina, sirve y responde a necesidades: lleva, a personas y comunidades a madurar en libertad responsable.

Ese poder real exige, por naturaleza, morir siempre a toda ambición individualista.

El siervo de Dios no ‘se sirve de’ sino que sirve a la vida de aquellos a los que ha sido enviado

Un peligro, siempre al acecho, es que, como muchos políticos y ‘servidores’, públicos y privados, no todos, utilicemos el puesto, la autoridad, el cargo que tenemos para aprovecharnos de él y conseguir algo que nos interesa. Nadie se escapa de ese peligro. Ni Jesús, pero Él lo superó. No siempre lo logramos nosotros, basta con mirar la historia de la humanidad y su dolor.

La autoridad ha sido constituida para servir; lo demás es pervertir e incubar el crimen.

Servimos para dar vida plena a personas concretas. No servimos a ninguna ideología, pues eso es usar a las personas y así nos degradamos como humanos y como sociedad.

Sólo el Amor de Dios nos enseña a vivir atentos al bien verdadero de los que nos rodean

El Amor de Dios no falla y nos lleva a dar la vida para el bien de los que lo necesiten.

El peor mal del mundo no está ni en la pobreza ni en los errores, sino en todo tipo de codicia, siempre individualista, pues lleva a razonadas absurdidades autodestructivas y criminales.

La autoridad en el Amor es buena por el bien que hace a todos, en especial a los últimos y marginados, más fácilmente expuestos al engaño, a la tentación y a decisiones degradantes.

Se trata de despertar el bien en los que nos rodean y llevarles a ser más conscientes de su valor

La misión del cristiano en el mundo es hacer surgir el bien en los corazones, así todos se percatarán que valen mucho más que lo que tienen, a cualquier nivel o en cualquier sentido.

El servicio de Cristo fue el don de su vida para nuestra salvación; no los milagros.

La admiración que despertó no fue su mayor riqueza. Todo eso se acaba o puede ser manipulado.

El bien hecho para la maduración y conciencia del valor de los últimos jamás se pierde.

Pidamos a María preferir la humildad del servicio para exaltar el valor de cada persona.
P. José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXIX

Is. 53, 10-11:
"El Señor quiso que el sufrimiento triturara a su Siervo. Cuando haya dado su vida para expiar las culpas, verá una descendencia, vivirá eternamente y por él el plan de Dios llegará a un buen fin... el justo, con todo lo que ha sufrido, ha hecho justos a los otros, después de haber cargando sobre sí las culpas de ellos."

Salmo 32: "Que tu amor, Señor, no nos desampare: ésta es la esperanza que ponemos en Ti"

Hb. 4, 14-16:
"Mantengamos con firmeza la Fe... pues en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos al gran sacerdote que... ha entrado en la presencia de Dios... no es incapaz de compadecerse de nuestras debilidades: él... ha sido probado en todo, aun sin haber pecado... para que nos acoja y nos conceda, cuando sea oportuno, el auxilio que necesitamos."

Mc. 10, 35-45: "Santiago y Juan... se acercaron a Jesús y le dijeron: «Maestro... concédenos, cuando seas glorificado, sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda» Jesús les respondió: «No saben lo que piden... no soy yo quien lo concede; es para los que Dios lo tiene reservado»... Jesús llamó a los discípulos y les dijo: «Ya saben que... los que gobiernan disponen de sus súbditos... No ha de ser así entre ustedes: ...quien quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, como el Hijo del Hombre no vino a ser servido sino a servir y a dar la vida como rescate en favor de toda persona humana."



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