octubre 04, 2009

El poverello de Asís


Hoy, fiesta de San Francisco, el poverello (pobrecito) de Asís. Creo que el pasaje más decisivo de su vida es el que cito a continuación, y qué mejor que a través de las palabras de San Buenaventura:


"Salió un día Francisco al campo a meditar, y al pasear junto a la iglesia de San Damián, cuya vetusta fábrica amenazaba ruina, entró en ella, movido por el Espíritu, a hacer oración; y mientras oraba postrado ante la imagen del Crucificado, de pronto se sintió inundado de una gran consolación espiritual. Fijó sus ojos, arrasados en lágrimas, en la cruz del Señor, y he aquí que oyó con sus oídos corporales una voz procedente de la misma cruz que le dijo tres veces: «¡Francisco, vete y repara mi casa, que, como ves, está a punto de arruinarse toda ella!» Quedó estremecido Francisco, pues estaba solo en la iglesia, al percibir voz tan maravillosa, y, sintiendo en su corazón el poder de la palabra divina, fue arrebatado en éxtasis. Vuelto en sí, se dispone a obedecer, y concentra todo su esfuerzo en la decisión de reparar materialmente la iglesia, aunque la voz divina se refería principalmente a la reparación de la Iglesia que Cristo adquirió con su sangre."

Extraído de: Vida de San Francisco de Asís - textos de San Buenaventura: el crucifijo de San Damiano

Hace 800 años de este encargo, cumplido cabalmente por este hombre que jamás ambicionó más que vivir la Pobreza evangélica que predicó Cristo. El testimonio más fiel es su sayal, expuesto hasta hoy en Asís, lleno de costuras, zurcidas y remiendos de todo tipo y tamaño. La imagen no reproduce exactamente la dimensión de estas refacciones, pues toda la túnica está llena de ellas, al derecho y al revés, algunas son tan pequeñitas que parecen imposibles. Todo ello nos habla de la increíble voluntad de un hombre por mantenerse fiel a una promesa, movido por su fe y el inmenso amor que existió en su corazón, donde todos los seres teníamos cabida.


Y sin duda, en ese santo corazón, un lugar muy especial lo tenía aquélla que él llamaba su Señora, santa Reina, santa Madre de Dios. Honrémosla a través de este bello canto compuesto por el Padre Gabaraín, en homenaje al poverello
:




Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles

Hoy quiero cantarte, Señora de los ángeles,
reina soberana, Madre celestial.
Yo soy una alondra que ha puesto en ti su nido,
viendo tu hermosura te reza su cantar.

Luz de la mañana, María, templo y cuna,
mar de toda gracia, fuego, nieve y flor.
Puerta siempre abierta, rosa sin espinas,
yo te doy mi vida, soy tu trovador.


Salve, surco abierto donde Dios se siembra;
te eligió por Madre Cristo, el Redentor.
Salve, esclava y reina, virgen nazarena,
casa, paz y abrazo para el pecador.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario