octubre 10, 2009

«Vuelve y sígueme»

El mensaje y la sugerencia homilética que el querido Padre José María nos ha preparado para esta semana:

Deseamos poseer y dominar lo que nos apetece. Hemos nacido para ser señores y toda la vida es un caminar hacia el señorío, pero casi nadie se pregunta ¿cuál es el señorío más conveniente? Parece que el personaje rico que muestra el evangelio de este domingo lo tenía claro: Lo mejor es conquistar la vida eterna.

En la edad media, y también ahora, de otro modo, se buscaba la eterna juventud. Sin duda, que para el personaje que le pregunta a Jesús sobre cómo conseguir la vida eterna, había algo de esto en su deseo profundo... Pensaba en Dios, probablemente sí, pero un dios que estuvira bajo su dominio. Como todo el mundo que desea conseguir de alguien un dato importante, comienza por halagar al que debe proporcionarle el dato, pero no se percata que Jesús es libre y solo depende de la Verdad, que lleva al Bien, sin escaparse de los caminos que a veces pueden ser difíciles y dolorosos.

Jesús encara la pregunta reorientando la atención del personaje. Como si le dijera: "No se trata de que tú seas el centro; sino que lo sea Dios, que es el único Bueno, sí, con mayúscula, y sin discusiones. Si lo aceptas así, sabrás escucharle y tendrás Sabiduría, si no, te quedarás solo con tus intereses y bondades, pero solo. Joven, haz caso a Dios en todo lo que te pida; es la mejor y única sabiduría". Jesús habla desde su experiencia personal, por eso le dice que lo mejor es que viva como Él, que le siga.

¿Qué es lo mejor para nuestro mundo, nuestro país, nuestra vida?

Este domingo se nos da la respuesta. No es la primera vez que se nos dice. El sueño de Dios es que, algún día le hagamos caso, pues eso es nuestra Salvación definitiva y la Vida Eterna.

El Señor nos conceda cada día la sensatez de escucharle con sencillez y hacerle caso con decisión, aunque, evidentemente, muchas veces duela.

Dios nos bendiga a todos.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB

«Vuelve y sígueme»

La Bondad de Dios nos da su Sabiduría en Cristo Jesús, su Palabra de Vida y Salvación. Ésta nos permite conocer la verdad objetiva de nuestra vida sin autoengaños, es percibir, qué nos mueve, qué es realmente importante para nosotros. Así podremos estimularlo, si nos lleva a la madurez, de dar vida y nos da paz; o corregirlo, si nos conduce, sea como personas sea como cultura, por caminos de paulatina degradación al esclavizarnos a diversos ídolos como el tener, el placer, el prestigio, el poder, el individualismo, el bienestar, la tecnología...

Así siempre acabamos como tristes esclavos de nuestros ídolos, que nos destruirán impidiéndonos amar nada que nos separe de ellos. Pero Dios es todopoderoso y puede liberarnos. Depende de que le invoquemos y sepamos acoger su Palabra, aunque, muchas veces, nos duela.

Quien se abre a la Palabra de Dios, que siempre da Vida y Sabiduría, encuentra el camino de la libertad, de la sensatez y de la paz para afrontar cualquier circunstancia de la vida.

Las propuestas de Dios no son ni fueron ni serán jamás cómodas, como no lo es ninguna sugerencia o exigencia del que nos entrena para algo importante o del que nos educa para el éxito en orden a una tarea difícil de afrontar y resolver, como es la vida personal-social.

Nuestra vida no puede madurar en la comodidad y escapando del esfuerzo y dolor

Los padres o educadores que no quieren exigir y poner metas que piden esfuerzo y renuncia, traicionan a los que dicen amar y educar y les imponen futuros e inevitables fracasos viviendo la constante desazón de tener que soportar sufrimientos que no saben cómo superar.

La mayor riqueza de la vida está en vivir en la verdad de que el bien supone buscar con humildad y aceptar el dolor del esfuerzo y de la disciplina para poder acoger y aprender.

La Palabra de Dios nos sitúa en la Verdad de nuestra vida y nos enseña a tomarla con seriedad en cualquier circunstancia, agradable o difícil y con el sufrimiento que conlleve.

Lo más sabio, cuando Dios habla, es escuchar mejor que si se nos ofreciera un gran negocio

La Palabra de Dios nace de su Amor. Éste es tan perfecto que solo dice lo que conviene y nunca esconde la verdad, por dura que sea, tras apariencias gratas. “Al pan, pan y al vino, vino” No exagera nada: muestra el camino del éxito dando serenidad en el propio esfuerzo.

Si no quieres fracasar, lo más sensato es pedir todos los días la sabiduría de vivir sinceramente en la verdad. El rico pidió, sí, ¡y era bueno!; pero, esclavo, no supo acoger la propuesta.

Cumplir con lo mandado por Dios no es basta, debemos escucharle y seguir su invitación

Los mandamientos no tienen sentido en sí mismos; buscan liberarnos de toda esclavitud.

Cristo dio su vida no para que fuéramos buenos, sino para que fuéramos como Él: hijos que aman al Padre en libertad absoluta y, por eso, como tales, buscan el bien de los hermanos.

Pidamos a María la Sabiduría de saber darlo todo para poder escuchar y seguir a Jesús.
P. José María Domènech Corominas, SDB


CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXVIII

Sb. 7, 7-11:
"Rogué al Señor me diera entendimiento...; llamé al Espíritu de Sabiduría y vino a mí..., comparada con ella, la riqueza me resulta nada…, todo el oro del mundo, a su lado, no vale más que un granito de arena... La prefiero a la salud y a la hermosura... su claridad jamás se extingue. Junto con la Sabiduría me vinieron todos los bienes..."

Salmo 89: "Que tu amor, Señor, no tarde más en saciarnos y lo celebraremos, llenos de gozo, todos los días de nuestra vida"

Hb. 4, 12-13:
"La Palabra de Dios es viva y eficaz. Es más penetrante que una espada de doble filo... saca a la luz las intenciones y pensamientos del corazón. En todo el universo no hay nada que no sea nítido a los ojos de Dios... a Él deberemos dar cuentas."

Mc. 10, 17-30: "Un día que Jesús salía, un hombre... le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para poseer la Vida Eterna?». Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas ‘bueno’? Solo Dios es Bueno. Ya conoces los mandamientos...» Él le respondió: «Todo esto lo he cumplido desde joven». Jesús lo miró afectuosamente y le dijo: «Todavía te falta una cosa: ve, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres... Después vuelve y sígueme» La respuesta de Jesús le disgustó y se fue triste porque era muy rico. Jesús... dijo a los discípulos: «¡Cuán difícil les es, a los que son ricos, entrar en el Reino de Dios... Para los hombres es imposible, pero para Dios no: ¡Dios lo puede todo!"

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