septiembre 16, 2007

Volviendo a nuestro Padre misericordioso

Revisemos el comentario a las lecturas del día que ha preparado el P. José María, quien con afecto añade: "El Señor nos ayude a madurar en fidelidad a su voluntad y a regresar a su amor cada día, pues Él siempre está a la puerta esperandonos con Amor."


Volver al corazón del Padre

La misericordia es un característica esencial de la naturaleza amorosa de Dios.

El pecado en una realidad que perturba la realidad interior de la persona y le enturbia las reales posibilidades de futuro, desestabilizando su presente. Ésta, en sí, es una reacción de la propia naturaleza ético- moral de la persona humana, para preservarla de la destrucción interior y de la degeneración social.

Nuestra sociedad se va pervirtiendo a fuerza de minusvalorar esta forma de defensa de nuestro “sistema nervioso” ético-moral. Pío XII hablaba de la “pérdida del sentido de pecado” en nuestra sociedad. Ahora, 60 años después, no hemos mejorado, la perversión ha crecido y estamos al nivel del pueblo judío en el desierto: nos hemos hecho nuestros becerros de oro, no uno, sino muchos, según los gustos de cada ideología o religión del lugar o momento.

Dios no nos castigará
: nos basta ver como se nos están cayendo de las manos los valores y el respeto por la familia, la sociedad, la persona y todas las instituciones... Muchos de nuestros pensadores y políticos son verdaderos corruptos y corruptores mentales, morales y sociales. Algunos de ellos están tan desubicados respecto a la verdadera realidad, tan engañados que se creen lo que les dicen y lo que dicen porque solo tienen maestros caducos, que hoy son y mañana van a la tumba y cuya influencia se lamenta. No buscan la verdad ni se sienten necesitados de nada que no sea su autocomplacencia.

Pablo experimentó la realidad de vivir convencido de estar en la verdad, pero su actitud era muy diferente: él sí tenía conciencia de pecado y buscaba el Señor y trataba de serle fiel. Su error no estaba en el corazón sino en la convicción y en las verdades que tenía en la cabeza, verdades que no le dejaban ver la realidad de la persona de Jesucristo. Cuando lo conoció en persona y percibió su realidad y soberanía, siguió entregado al Señor que amaba, pero sabiendo la verdad completa sobre Él. Y todos sabemos a dónde le llevó el Señor. Pablo fue un verdadero caminante en la verdad, buscador del Señor, entregado al Reino, acogedor del hermano.

El problema del hermano mayor de la parábola, no es tanto que no entienda al hermano menor, sino que no vive en intimidad con el Padre, no conoce a su Padre, cuya “debilidad” desprecia, rechazando al hermano que regresa y condenando al Padre que lo acoge con alegría. El hermano mayor está tan lejos del Padre y lleno de soberbia que condena a su hermano y a su Padre por el amor de ambos: el primero, amor arrepentido y, tal vez, muy interesado; el segundo, amor renovador y resucitador que eleva al hijo pródigo y desea salvar al hijo que se cree bueno y fiel porque no se ha ido de casa, pero que nunca estuvo en casa y nunca trató al Padre como tal, porque él, como el pueblo liberado de Egipto, nunca se sintió hijo... El hijo menor estuvo equivocado y desviado, el mayor vivía totalmente equivocado y lejos de la vida.

Necesitamos, como nos pide el salmo, volver al corazón del Padre abriéndonos al don de su vida en Jesús que, como Moisés, intercede por nosotros. Pidámoselo a María, la Auxiliadora.

P. José María Doménech Corominas, sdb.

TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XXIV- CICLO C
Ex. 32, 7-11.13-14: "...se ha pervertido tu pueblo... Veo que este pueblo es rebelde. Deja que se inflame mi indignación y no dejaré rastro de ellos. Después haré de ti nacer un gran pueblo»... «Señor, ¿por qué se enciende tu ira contra este pueblo que Tú has hecho salir de Egipto...? Acuérdate de Abraham, Isaac y Jacob...» El Señor se aplacó y renunció a destruir al pueblo, como lo había planificado."

Salmo 50: "Volveré a mi Padre y le diré: «Padre, he pecado.»"

1Tm. 1, 12-17:
"Estoy agradecido a Jesucristo... Es Él quien me dio fuerzas... me confió este ministerio a mí, que antes era un blasfemo y perseguidor... La gracia de nuestro Señor ha estado prodigiosa en mí... Jesucristo vino al mundo a salvar a los pecadores... se convertirán a la Fe y así tendrán vida eterna."

Lc. 15, 1-32: "«Éste acoge a los pecadores y come con ellos»... «¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una,... no va en busca de la extraviada hasta encontrarla? Les aseguro que en el cielo hay más alegría por un pecador que se arrepiente... Debemos alegrarnos y hacer fiesta porque tu hermano, que dábamos por muerto, está vivo; lo creíamos perdido y lo hemos encontrado.»"

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