noviembre 25, 2007

Cristo Rey

Hoy es el último domingo del calendario litúrgico, y celebramos la fiesta de Cristo, Rey del Universo.

La festividad fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de Marzo de 1925. Su Santidad deseaba motivar a los católicos a reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo Rey.

Me permito recordar hoy a nuestros hermanos y hermanas cátólicos que murieron como mártires por defender esta idea, de que Cristo es Señor de lo creado, de nuestros corazones, de la Iglesia. Murieron obispos, sacerdotes, laicos consagrados, padres de familia, seminaristas, católicos devotos que sólo querían expresar su fe y su anhelo de justicia: "¡Viva Cristo Rey!"

Unamos nuestras voces a sus gritos heroicos, como respuesta a esta corriente que avanza en el mundo desde hace décadas. En el mundo, mas no en nuestros corazones, porque bien dijo el Señor: "mi reino no es de este mundo".

“En esta solemnidad de Jesucristo, Rey del universo, al que invocaron en el momento supremo de entregar su vida, ellos son para nosotros un ejemplo permanente y un estímulo para dar un testimonio coherente de la propia fe en la sociedad actual”.

SS. Benedicto XVI,
25/11/2007

Sepamos más:

Carta Encíclica Fiesta de Cristo Rey, SS. Pío XI

Mártires mexicanos

Mártires de Barbastro, España


SOLEMNIDAD DE CRISTO, REY DEL UNIVERSO


¿Qué podemos esperar de un rey crucificado?, podrán preguntarse muchos. ¡¡¡La vida!!!

Solo el amor da sentido a cualquier vida. Quien no ama no vive y quien no es capaz de percibir y acoger el amor que se le ofrece está más muerto que vivo: tendrá sed de vivir, pero no estará dispuesto a mirar a los otros como fuente y fin del amor. Solo se mira a sí mismo y es el modo más empobrecedor de vivir.

Cuando te eligen rey no es para que te subas por encima de los demás, sino para que te acerques y sirvas: eso es lo que esperan los que te han elegido.

Dios apoya a los que reciben la responsabilidad de gobierno y básicamente les hace expresión de su Providencia. Eso es una grave responsabilidad para la autoridad, acepte o no a Dios; pero también es una grave responsabilidad para quien debe obedecer al elegido porque lo que haga con la autoridad, de algún modo, se lo hace al Señor.

Confesar a Jesucristo como Rey del Universo es, en parte, confesar que Jesucristo lleva a la plenitud el plan de Dios: que el hombre sea Señor de la naturaleza por su madurez, por la comunión creada en sus relaciones y por el dominio, respetuoso y digno, de todo.

En un mundo así es maravilloso vivir: ésa es la casa que Dios había pensado para Él con sus hijos: que Dios sea todo en todos y que Jesucristo sea el primogénito de todo lo creado y el primer resucitado de entre los muertos.

El camino para llegar a esto nos lo muestra Jesucristo: ¡¡¡dar la vida!!!

No debemos temer el dominio de Jesús, pues Él solo domina en el amor a la vida de cada persona.

Nuestra tarea es no pretender salir de los problemas utilizando a los demás, pues este esquema de comportamiento nos degrada al nivel de casi depredadores: matamos la autoestima y después deseamos aprovecharnos de los despojos.

En la crucifixión vemos claro qué no hay que hacer: lo muestra el llamado ‘mal ladrón’. Nos dice qué hay que hacer: lo muestra el llamado ‘buen ladrón’. Nos hace gozar de la actitud en la que debemos vivir: abiertos a comprender la debilidad del agresivo, la sencillez del humilde arrepentido y a ceder cada vez que la vida nos pide acogida.

Jesús nos muestra su Señorío y Realeza en la sencillez, apertura y el servicio de su vida.

Con un Rey así, es posible marchar con alegría a la casa del Señor: nos espera la Vida Nueva, el Señor de la Paz, el Señor de la Vida, el Defensor de la dignidad de cada persona.

¡Cuántos milenios para que aceptemos la grandeza de cada persona! Y, aún así, ¡cuántas brutalidades lamentamos! La decisión de cada uno es la diferencia de la Vida o la muerte...

Todos queremos un rey del que nos podamos fiar, porque nos conoce, nos ama, nos cuida y nos alimenta. Éste es Jesús, el hijo de María, a quien pedimos nos enseña a amarle siempre.

P. José María Doménech Corominas, sdb.


TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XXXIV- CICLO C SOLEMNIDAD DE CRISTO, REY DEL UNIVERSO

2S. 5, 1-3: "Nosotros somos de tu misma sangre... eras tú el que conducía a Israel... El Señor te ha prometido: «Tú serás el pastor de mi pueblo Israel...» y ellos ungieron a David como rey de Israel."

Salmo 121: "¡Qué alegría cuando me dijeron: “Vamos a la casa del Señor”!"

Col. 1, 12-20:
"Damos gracias a Dios Padre... Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido... Él es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura... todo fue creado por Él y para Él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia... el primogénito de entre los muertos. Porque en Él quiso Dios que residiera toda plenitud y... reconciliar consigo todas los seres... restableciendo la paz por la sangre de su cruz."

Lc. 23, 35-43:"Cuando Jesús estaba crucificado... Se burlaban de Él también los soldados... Había encima de Él una inscripción: “Éste es el rey de los judíos”... Uno de los malhechores le insultaba diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y sálvanos a nosotros» Pero el otro le increpaba... y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino» Jesús le respondió: «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso»."

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