noviembre 02, 2007

Martín, el bueno



El 3 de noviembre de 1579 volvió al cielo nuestro "angelito negro": Martín de Porres y Velásquez.

Lima no ha cambiado mucho desde entonces, pues los prejuicios continúan enquistados en nuestra idiosincracia. Nos dejamos llevar por el miedo, y miramos a los demás por encima del hombro, usando el desprecio como precaución, para evitar que nos lastimen.

Frente a esta situación tan destructiva, tornemos nuestra mirada hacia Martín. El experimentó el desprecio incluso de su propio padre, por su condición de mulato. Y en vez de dedicarse a una vida de amargura y rencor, Martín escogió una vida de alabanza de Dios. Y lo hizo a través del sincero servicio a los demás... a ésos que despreciaban al ser que más amaba en el mundo: su madre.

A continuación, unas líneas sobre nuestro querido santo, extraídas del site del arzobizpado:


Enfermero y hortelano herbolario, Fray Martín cultivaba las plantas medicinales que aliviaban a sus enfermos. Su amor humilde y generoso lo abarcaba todo: su amabilidad con los animales era fruto de su inmenso amor por el Creador de todas las cosas. El pueblo de Lima venera hoy su dulce y sencilla imagen, con su escoba en la mano dando de comer, de un mismo plato, a perro, ratón y gato.

Tras una vida de honda respuesta a la gracia de Dios, de intensa y perseverante entrega vividas al calor de la caridad y el sacrificio, ya a los sesenta años de edad, Fray Martín cayó enfermo y supo de inmediato que había llegado la hora de encontrarse con el Señor. El pueblo se conmovió, y mientras en la calle toda Lima lloraba, el mismo virrey fue a verlo a su lecho de muerte para besar la mano de quien decía de sí mismo ser un perro mulato, tal era la veneración que todos le tenían. Poco después, mientras se le rezaba el credo, besando el crucifijo con profunda alegría, el santo partió. Pero esta partida no lo alejó de su pueblo quien esperanzado le reza a diario aguardando su tierna intercesión y agradeciendo sus milagros. Fray Martín de Porres, el mulato "santo de la escoba" fue canonizado el 6 de mayo de 1962 por el Papa Juan XXIII.


Arzobispado de Lima

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