noviembre 01, 2007

Todos los Santos

Felicidades para todos nosotros porque, como amados hijitos de un Padre Santo, estamos llamados a ser santos como Él.

Feliz día!

LA SANTIDAD

Celebramos hoy la fiesta de todos los discípulos fieles que viven en el Señor gozando definitivamente de su presencia.

Los hay que viven en su amor pero no gozan plenamente de su presencia todavía porque no han purificado del todo su vida de las impurezas de su débil caridad, de su escasa humildad. Las ansias de gozar de Dios, al que ya han visto y al que ya aman con toda su alma, les queman el alma, les hace sufrir ansias de plenitud y vida en el Señor y les lleva a buscar lo bueno y lo grato a Dios. Si lo hubieran decidido así estando en este mundo ahora gozarían plenamente del Señor, sin sufrimiento alguno... Es lo que llamamos en teología: purgatorio.

Los santos son los que viven plenamente en la presencia del Señor.

Son de toda edad, sexo, cultura y nación. No se excluye a nadie. Es vocación universal.

Todos nacemos llamados a ser hijos de este Padre que nos ha creado personalmente y nos llama explícita a vivir en Él su Amor. Él envió a su Hijo para que nos liberara de toda esclavitud a fin de que pudiéramos lograrlo, con la fuerza del Espíritu del Padre y del Hijo.

Pero, como para ser hijos auténticos, es necesario aceptarlo cada día desde la propia voluntad, el Padre nos concedió la libertad, como Él es libre, para que decidiéramos crecer y vivir cada día más profundamente en su Amor a pesar de los límites e inconvenientes propios de cada personalidad, historia y de las múltiples e imprevisibles circunstancias.

La santidad exige, por naturaleza, la unión con Dios, confianza en su bondadosa Providencia, apoyarnos en su Gracia y Misericordia, abrirnos en obediencia a su Salvación.

La santidad es fruto de una profunda y generosa pobreza, es decir, de una apertura confiada y obediente al Dios que nos salva: de Él todo lo esperamos y todo recibimos y aceptamos, sin juicios, pues reconocemos que nuestros criterios son minúsculos ante la sabiduría de Dios; a Él nos abandonamos sobre todo cuando sentimos el peso de no comprender, de no poder...; ponemos todo nuestro esfuerzo en vivir en su Voluntad, que reconocemos como nuestra vida y salvación, pues nadie nos conoce, nadie nos ama, ni nadie ha hecho más por nuestra felicidad: ¡hasta el punto de darnos su propia vida y su mismo Espíritu!; a Él escuchamos con veneración para aprender de su sabiduría y a Él acudimos en cada uno de los sacramentos para alimentar nuestra vida de Fe y renovar su Gracia; con Él conversamos en la oración continua para construir cada vez mejor nuestra intimidad con su persona y sentir la cercanía de su Providencia Amorosa, sobre todo en los momentos de dolor y desconcierto.

Vivir así es vivir aquí, en creciente plenitud, la vida que es la Vida de la Comunión Trinitaria desde toda la Eternidad. Vivir así es vivir, ya aquí, el cielo que el Señor, desde toda la eternidad, nos tiene reservada en el cielo, que es la Vida de Dios para nosotros.

Vivir a Dios y para Dios al servicio de los hombres, como Dios nos indique, a través de las concretas llamadas de los hermanos y de las vicisitudes de la historia, eso es vivir en Santidad, en Dios, por eso a los santos les llaman “Hombres, varones o mujeres, de Dios”.

María es el modelo más acabado de Santidad, pidamos a ella que nos conceda tenerle una profunda, sincera, fuerte y concreta devoción y así ser santos como ella para bien de todos.

P. José María Doménech Corominas, sdb.


SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

Ap. 7, 2-4.9-14: "...«No dañen ni a la tierra ni al mar... hasta que sean marcados los siervos de nuestro Dios»... Después vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblos y lenguas... «Hosanna a nuestro Dios, que se sienta en el trono y al Cordero»... «Éstos son los que vienen de la gran tribulación..."

Salmo 23: "Así son los que buscan tu rostro, Señor."

1Jn. 3, 1-3:
"¡Qué prueba de amor nos ha dado el Padre... Si el mundo no nos conoce , es porque no lo ha conocido a Él... ahora somos hijos de Dios... seremos semejantes a Dios, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza en Él, se purifica tal como Jesucristo es puro"

Mt. 5, 1-12a:"Felices los pobres... los que sufren... los humildes... los que tienen hambre y sed de ser justos... los compasivos... los perseguidos por ser justos... Alégrense y regocígense, porque la recompensa de Uds. será grande en el cielo.»"

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