Ella es Madre. Y siempre se manifiesta.
Hace un par de años, por estos días exactamente, yo estaba recién llegada en Roma, y buscaba la manera de celebrar, como cada año, nuestra fiesta. Comprendí que no podía llegar a Torino, pues tendría que viajar sola y aún ni sabía cómo llegar a Termini. Y, aunque no lograba comunicarme con las hermanitas que la querida Sor Angela Ito me había recomendado buscar en la Casa Generalizia, la amable hermana que me contestó me recomendó asistir a la parroquia de la Av. Tuscolana... que me salía más lejos que Termini.
Estaba muy triste, casi a punto de resignarme, cuando el mismo 24 por la mañana, mi cuñado se acordó de una casa salesiana vecina a su barrio, en el Lazio. Y fue así que pude llegar con mi mamá antes de las 7 pm., al final de la pequeña procesión que enfilaba la Av. Prenestina para girar y entrar al Borgo Don Bosco.
Recuerdo que fue la primera vez que recé "Ave Maria, piena di grazia, il Signore è con te..." acompañando la pequeña anda. Y canté con verdadera alegría lo único que supe cantar ese día, el famoso estribillo mariano, que es igual en todos los idiomas: Ave, Ave, Ave Maria!
En esa ocasión, solamente pude pensar en la dulzura materna de nuestra Auxiliadora. Si bien extrañé mis cantos y vivas de Breña, igual yo me sentía tan emocionada, que me esforcé por contener las lágrimas...
Al año siguiente, también por estas fechas, estaba en Huánuco con un grupo de investigación. En la noche, caminábamos por la Plaza de Armas. Yo le contaba a Betty mi tristeza por no poder ir a la Novena en la Basílica, y de pronto, ella me llevó presurosa hacia la Catedral. Allí encontré a las alumnas del colegio que estaban en plena Misa de la Novena.
Estos hechos me permitieron comprender que, por más lejos que pudiera estar de mi hogar, en cualquier lugar del mundo, "ovunque", siempre, siempre, y para siempre, estará conmigo mi Madre Auxiliadora.
Así como mis amigas Norma y Olga en Madrid encontraron la procesión de Atocha, como Juan Carlos que busca también la misma celebración a la cual no dudo se unirá, les auguro a todos ustedes, hermanos salesianos, que festejen en clima de familia a nuestra Madre Auxiliadora. Pongámoslo en manos de Ella que, como nos enseñó papá Don Bosco, "lo ha hecho todo".
Hace un par de años, por estos días exactamente, yo estaba recién llegada en Roma, y buscaba la manera de celebrar, como cada año, nuestra fiesta. Comprendí que no podía llegar a Torino, pues tendría que viajar sola y aún ni sabía cómo llegar a Termini. Y, aunque no lograba comunicarme con las hermanitas que la querida Sor Angela Ito me había recomendado buscar en la Casa Generalizia, la amable hermana que me contestó me recomendó asistir a la parroquia de la Av. Tuscolana... que me salía más lejos que Termini.
Estaba muy triste, casi a punto de resignarme, cuando el mismo 24 por la mañana, mi cuñado se acordó de una casa salesiana vecina a su barrio, en el Lazio. Y fue así que pude llegar con mi mamá antes de las 7 pm., al final de la pequeña procesión que enfilaba la Av. Prenestina para girar y entrar al Borgo Don Bosco.
Recuerdo que fue la primera vez que recé "Ave Maria, piena di grazia, il Signore è con te..." acompañando la pequeña anda. Y canté con verdadera alegría lo único que supe cantar ese día, el famoso estribillo mariano, que es igual en todos los idiomas: Ave, Ave, Ave Maria!
En esa ocasión, solamente pude pensar en la dulzura materna de nuestra Auxiliadora. Si bien extrañé mis cantos y vivas de Breña, igual yo me sentía tan emocionada, que me esforcé por contener las lágrimas...
Al año siguiente, también por estas fechas, estaba en Huánuco con un grupo de investigación. En la noche, caminábamos por la Plaza de Armas. Yo le contaba a Betty mi tristeza por no poder ir a la Novena en la Basílica, y de pronto, ella me llevó presurosa hacia la Catedral. Allí encontré a las alumnas del colegio que estaban en plena Misa de la Novena.
Estos hechos me permitieron comprender que, por más lejos que pudiera estar de mi hogar, en cualquier lugar del mundo, "ovunque", siempre, siempre, y para siempre, estará conmigo mi Madre Auxiliadora.
Así como mis amigas Norma y Olga en Madrid encontraron la procesión de Atocha, como Juan Carlos que busca también la misma celebración a la cual no dudo se unirá, les auguro a todos ustedes, hermanos salesianos, que festejen en clima de familia a nuestra Madre Auxiliadora. Pongámoslo en manos de Ella que, como nos enseñó papá Don Bosco, "lo ha hecho todo".
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