mayo 09, 2008

Maín

Maín nació entrado el siglo XIX. En Alessandria, la zona más pobre del Piamonte italiano, donde vivían de la agricultura, sus piadosos padres la bautizaron Maria Domenica, consagrándola al Señor desde bebita.

Esta campesinita pobre, sin más ciencia que su intuición y su inquebrantable fe en el amor de Dios, vislumbró el papel que la mujer debía ganarse en la sociedad, a fuerza de amor y trabajo colaborativo con el hombre, tanto para llevar un pan al hogar como para cuidar el bienestar y mantener la unidad familiar.


La Iglesia festeja hoy a esta valiosa mujer. Yo quiero hacerlo con el himno que me enseñaron de niña, con ocasión de los 100 años de su tránsito al cielo.

Himno Centenario (1981)

1. Optimista y alegre juventud,
a la Madre entona su canción
construyendo con fe un mundo nuevo
tras sus huellas de luz y de bondad.
Sin temer de los campos la fatiga
ni del clima el gélido rigor
porque su alma, de Jesús enamorada,
en el silencio iba fraguando su valor.

2. Los viñedos ya se han dorado
en racimos de virtud.
Las puntadas "actos de amor"
hoy son vida y santidad.
La grandeza de sus días era la humildad
y, el fuego que la consumia, su gran caridad.

3. De Don Bosco el carisma ha compartido,
de su celo apostólico, el vigor.
La Maestra, María Auxiliadora:
el ideal que su vida modeló.
Entusiasta familia salesiana
ha pasado a la posteridad;
hoy acogemos su mensaje de alegría:
"un rostro nuevo a los 100 años surgirá".

Más sobre Maín: Labradora de amor

Fotografía exhibida en "La Mostra" de la Casa Generalizia en Roma.

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