diciembre 09, 2007

Segundo Domingo de Adviento

Hoy nos corresponde encender también la segunda velita de nuestra Corona de Adviento mientras oramos de esta manera:

Los profetas mantenían encendida
la esperanza de Israel.
Nosotros encendemos estas dos velas.
El viejo tronco está rebrotando,
florece el desierto...
La humanidad entera se estremece
porque Dios
se ha sembrado en nuestra carne.
Que cada uno de nosotros, Señor,
te abra su vida
para que brotes,
para que florezcas,
para que nazcas.
Y mantengas encendida la esperanza
en nuestro corazón.
¡Ven pronto Señor!
¡Ven Salvador!

Tomado de El Pan del Alma

DOMINGO II DE ADVIENTO

Este domingo se nos llama a la conversión al Señor, pues el Reino de los Cielos está cerca. Pero, ¿qué beneficios nos trae la conversión? ¿Qué significa convertirse?¿Cómo hacerlo?

El Señor ya llegó y nos espera...
El Reino de los cielos está cerca, nos dice el Bautista. ¿Pero quién es este personaje para nosotros tan singular y raro? Es un hombre que le ha dado a Dios la primacía absoluta. Él es el centro de su vida. No juzga ni discute la conveniencia o no de sus propuestas: está a su entera disposición. Habla con la libertad más absoluta y nos dice qué es lo que este Dios espera y desea de nosotros. Es el Dios al que Juan sirve y al que el pueblo, y sus dirigentes, dice venerar, por eso les pide que lo respeten como merece.

Nos hace entender, con fuertes y exigentes imágenes, que ya estamos en el tiempo de la verdad de Dios. O estás con Él, con todos sus beneficios, o te resistes a su verdad con todos sus perjuicios. Dios ya no ofrecerá nuevas alianzas: o aceptamos la que ahora nos ofrece o pagaremos las consecuencias... ¡y con creces!

...con toda su riqueza de Vida...
Este Dios viene a nosotros para responder a nuestras necesidades con toda su riqueza de amor creador de vida. ¡Por eso tiene todo el derecho del mundo de exigir lo que exige!

Él ha demostrado su fidelidad, pero casi siempre, y por parte de casi todos, ha sido dejado de lado. ¡Y quienes le desprecian son tan necios que le echan la culpa de todos los males que les aquejan, consecuencia inevitable de sus actitudes y decisiones personales y sociales!

Si acogemos a Dios lo único que nos vendrán serán beneficios, nos dice el profeta, pues la misericordia de Dios es infinita. Aún de lo más débil y perdido Dios puede hacer brotar Vida Nueva llena del Espíritu de Dios, como lo hizo con el pequeño y pecador David.

La Vida de Dios, cuando es secundada con humilde generosidad es creadora de paz, concordia y justicia permanentes con resultados de impensables consecuencias de equilibrio personal, social y hasta natural... Dios es capaz de hacer de la historia de todos un paraíso porque la salvación es para todos, sin excepción, nos recuerda Pablo.

...pero necesita que volvamos a Él
Es el hombre, varón o mujer, tiene a su disposición los dones de Dios, ¡debe acogerlos!

Nos lo recuerdan Juan el Bautista y Pablo: Cristo nos entregó su vida, debemos hacer lo mismo con los hermanos, si queremos gozar de las consecuencias. ¡Conviértanse! Pongan a Dios en el centro de su vida, no se hagan trampa: Dios no necesita nada de nosotros: toda su oferta es pura gracia de amor para una vida plena. No creamos que le hacemos algún favor a Dios, pues eso nos lleva a pervertir nuestra relación con Él y los hermanos.

Todo depende de cada uno y de la comunidad. Somos responsables de nuestro futuro.

Pidamos a María nos enseñe a caminar por los caminos de la humildad para convertirnos cada día ofreciendo a los que nos rodean la vida que el Señor nos ha ofrecido a nosotros.

P. José María Doménech Corominas, sdb.


CICLO A – TIEMPO DE ADVIENTO – DOMINGO II
Is. 11, 1-10: "Aquel día brotará el tronco de Jesé... el Espíritu del Señor reposará en Él: espíritu de sabiduría y entendimiento, de consejo y valentía, de conocimiento y piedad... No juzgará por apariencias... hará justicia a los desvalidos... Nadie será violento ni hará daño en mi montaña santa... Los extranjeros vendrán a consultar... El lugar donde resida se llenará de gloria."

Salmo 71: "¡Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde para siempre!"

Rm.15, 4-9:
"Todo lo que dicen las Escrituras es para instruirnos para que la fuerza y el consuelo que nos dan nos ayuden a mantener nuestra esperanza... estén identificados con Jesucristo para que... glorifiquen a Dios... Acéptense unos a otros como Cristo les aceptó dando gloria a Dios..."

Mt. 3,1-12: "...vino Juan Bautista... al desierto de Judea: «Conviértanse, el Reino de los cielos está cerca... ¡Cría de víboras!... ¡Demuestren con los hechos que quieren convertirse!... Yo les bautizo solo con agua... Él les bautizará con el Espíritu Santo y el fuego...»."

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