marzo 20, 2008

La hora había llegado

El Padre José María gentilmente nos envía sus reflexiones y exhortaciones pastorales para estas fechas.

Jueves Santo

El jueves santo es el día del amor hasta el extremo: dar la propia vida al servicio desinteresado por el bien del otro y esto hasta el punto de hacerse alimento... ¡No existir para otra cosa que para ser comido y asimilado, según las posibilidades y necesidades del otro! El éxito personal del sacerdote, del cristiano maduro, no debe ser buscado ni exigido, sino que debe ser el resultado del trabajo para lograr que el otro tenga vida y la tenga en abundancia, o, como Jesús dice durante la última cena al hablar de su amor, para que nuestra alegría sea plena.

1. Ser cristiano es servir al hermano como Jesús.-

El evangelio de San Juan marca su sentido interior de la Eucaristía: servir para la vida nueva, servir a todos, también los pecadores, todos reciben el beneficio del gesto amoroso de libertad suprema, sin ninguna escondida finalidad.

El Señor entrega su en sacrifico de amor para la vida nueva de todos, su motivación es comunicarnos y compartir el amor libérrimo del Padre, del Hijo y del Espíritu.

Los ministros del altar deberán aprender de su maestro a vivir así: ese es su único éxito.

La entrega sacramental del Señor nos interpela, nos aclara Pablo en su primera carta a los Corintios: celebrar el don de la vida del Señor con intención y voluntad de vivir en el Señor los criterios de vida que Él nos ha confiado a beneficio de la entera humanidad. No hacerlo así es hacerse reo de la Salvación y Vida Nueva que se nos ofrece en el sacrificio eucarístico.

2. Vivimos la Eucaristía ofreciendo al mundo la salvación del Amor del Señor.-

El pueblo de Israel se ciñó a las indicaciones de la celebración pascual para que el Señor no les dejara en la muerte de Egipto. Así el pueblo cristiano debe saber valorar la celebración eucarística: paso del Señor y Salvador por nuestra vida para llenarla de su amor y con él llevarnos a nuestros hermanos para que el mundo conozca y pueda acoger la salvación de Dios.

Necesitamos vivir en el Amor del Señor para asimilar la Vida Plena que Él nos ofrece en cada Eucaristía.

No hacerlo así es como el rebelión patente de Pedro y escondida de tantos otros. Eso nos lleva a quedaremos en la pobreza y limitación de criterios de nuestro mundo, con todas las consecuencias: el individualismo con toda su carga de disociación familiar y social; el pensamiento débil y caduco de las ideologías de todo orden que pretenden imponerse en nuestra cultura pero no enriquecen ni a la persona ni a la sociedad y más bien perturban todas las relaciones humanas; el culto a la apariencia, al prestigio, al poder con toda la desfiguración y manipulación de la conciencia y la corrupción de los valores.

3. Agradecer a Dios pide entregar la vida que se nos ha confiado para el bien de los demás.-

Así agradecemos a Dios la vida y salvación recibida: con obras de vida y salvación para todos
. Eso nos dice el salmo 115, que el Señor pone en nuestros labios.

El Señor les pide a los apóstoles que repitan el gesto de servicio: que sean instrumento de vida y renovación interior, que acojan a todos, que no juzguen ni condenen a nadie, que construyan comunión al estilo del Padre. Pero para saberlo hacer es necesario que el sacerdote, y todo cristiano, se acerque al Señor de la vida y aprenda a vivir como Él, con sus criterios.

Pidamos a María nos ayude a todos a vivir cada Eucaristía para llegar a ser Eucaristía.
P. José María Doménech Corominas, sdb

SEMANA SANTA - JUEVES SANTO

Ex.12, 1-8.11-14: "…con su sangre unten las jambas y umbral de la casa… …la comerán de prisa, con las sandalias puestas y el bastón en la mano pues el paso del Señor. …la sangre será la señal… Este día sea un memorial… por todas las generaciones…"

Is. 50, 4-7: "El Señor me ha dado una lengua de maestro... para que sepa sostener a los cansados... me abre el oído para que escuche como maestro... Me habla al oído y yo no me he acobardado... He puesto fuerte la espalda a los que me azotaban... El Señor me ayuda... he endurecido mi cara como roca y sé que no quedaré avergonzado."

Salmo 115: "El cáliz de la bendición es comunión en la sangre de Cristo."

1Cor. 11, 23-26:
"… esta tradición… viene del Señor… cada vez que comen de este pan y beben de este cáliz anuncian la muerte del Señor hasta que vuelva."

Jn. 13, 1-15: "…Jesús sabía que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre… les demostró hasta qué punto les amaba… ¿Entienden lo que he hecho?… Les he dado ejemplo para que ustedes lo hagan como yo lo he hecho."

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