marzo 15, 2008

HOSANNA

DOMINGO DE RAMOS

Dios nos invita a vivir a plenitud lo que nos ofrece en su Hijo. Éste se hizo uno de nosotros. Él vivió la pasión no con aguante de héroe ni con resignación sino con voluntad oblativa.

Se nos pide que no nos busquemos a nosotros mismos, sino que estemos atentos a su voz.

Es nuestra decisión: podemos ser como Judas o como Pedro o como Juan o como María.

1. La plenitud de la vida está en las manos de Dios.-

La forma como asumimos nuestras diversas realidades nos indican qué peso tiene Dios en nuestra existencia. A más presencia del Padre asumida sinceramente, desde nuestra debilidad, más plenitud, la de Dios, en nuestra vida, pues Él es la fuente y horizonte real de ella.

2. Jesús nos muestra el camino del real éxito: ¡darse!.-

La muerte
no es una desgracia, sino una puerta: lo más importante no es qué nos espera, sino cómo la atravesamos. Lo primero es seguro, pero lo segundo depende de cada decisión.

La vida tendrá éxito según nuestras decisiones: o buscarnos a nosotros a mismos o acoger a Dios que nos pide darnos, entregarnos por los demás, ser maduros y llenar de vida a quienes nos rodean sin mantenernos culpablemente infantiles, atados a los gustos personales.

3. La vida incluye el sufrimiento, pero nosotros le damos el sentido.-

A mayor desprendimiento en el amor que da la vida, más libertad y paz interior.

No nos dejemos atrapar por el miedo a sufrir: Jesús nos muestra el camino de la libertad.

Una cosa es sentir, como Jesús, el peso mortal del miedo y del dolor y otra, muy diversa, es morir de miedo, quedar paralizado: solo el abandono nos da libertad, pues el Padre sabe...

Si sabemos escuchar todos los días al Padre y vivir en su amor, seremos libres para todo.

Pidamos a María, saber estar atentos y a disposición del Padre en todo, como Jesús.
P. José María Doménech Corominas, sdb

CICLO A – TIEMPO DE CUARESMA – DOMINGO DE RAMOS

Mt. 21, 1-11: "...cuando llegaron a la montaña de los olivares, Jesús envió a dos de sus discípulos: «Vayan al pueblo... encontrarán a una burra con su pollino... tráiganmelos. Si alguien les pregunta díganle, el Señor los necesita y los devolverá enseguida» [...] Mira a tu rey que entra humildemente que entra montado... en un animal de carga... La gente que estaba delante y la de gritaba: «Hosanna al Hijo de David. ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Hosanna en lo alto del cielo»"

Is. 50, 4-7: "El Señor me ha dado una lengua de maestro... para que sepa sostener a los cansados... me abre el oído para que escuche como maestro... Me habla al oído y yo no me he acobardado... He puesto fuerte la espalda a los que me azotaban... El Señor me ayuda... he endurecido mi cara como roca y sé que no quedaré avergonzado."

Salmo 21: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"

Flp. 2, 6-11:
"...no hizo alarde de su categoría de Dios... asumió la condición de esclavo. Semejante a los hombres... se hizo obediente hasta la muerte y una muerte en cruz. Por eso Dios lo ha exaltado y le ha concedido el nombre que está por encima de todo nombre..."

Jn. 11, 1-45: "...sentado a la mesa con los doce, Jesús les dijo: «...Uno de ustedes me entregará»... Después de cantar el himno salieron al monte de los olivos... Jesús... les dijo: «Siento una angustia de muerte. Quédense aquí y velen juntamente conmigo... Padre, si es posible, aleja de mí este cáliz, pero no se haga lo que yo quiero sino lo que quieres Tú... El Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores.» ...Judas... se acercó a Jesús y le besó... Apresaron a Jesús... lo llevaron al palacio del sumo sacerdote Caifás... Éste le dijo: «Te conjuro en nombre de Dios que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios» Jesús le respondió: «Sí, tienes razón...» El sumo sacerdote... gritó: «¡Ha blasfemado!...» Ellos respondieron: «¡Merece la muerte!»... lo entregaron a Pilatos... Cuando Pilatos preguntó a quién deseaban que se indultase, ellos respondieron: «¡¡A Barrabás!!»... y entregó a Jesús para que lo crucificasen... Desde el medio día hasta la media tarde se extendió una gran oscuridad sobre la tierra... A media tarde Jesús gritó: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»... Jesús volvió a gritar con toda su fuerza y expiró. La cortina del templo se partió en dos y comenzó un fuerte terremoto... El centurión y los soldados... decían: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios»..."

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